¿Te ha pasado que escuchas a alguien gritar en mitad de la noche, como si estuviera viviendo una pesadilla terrible, pero no hay forma de despertarlo? Pues, quizás eso no era una pesadilla. ¿Qué son los terrores nocturnos? Son algo distinto, algo más extraño, que puede asustar más a quienes están cerca que a quien los vive. Lo curioso es que, al día siguiente, la persona no tiene ni idea de lo que pasó. Y sí, suena raro, pero es más común de lo que pensamos, especialmente en niños.
Ahora, no es que sea algo peligroso, pero sí puede hacer que las noches se vuelvan un caos para toda la familia. ¿Por qué ocurre? ¿Tiene solución? Bueno, en este artículo de Cuando Duermes vamos a meternos de lleno en el tema y, con suerte, ayudarte a entender un poco más este fenómeno que parece sacado de una película de terror, pero que es más cotidiano de lo que imaginas.
Índice
¿Qué son los terrores nocturnos?
¿Te has encontrado alguna vez con alguien que, en plena noche, grita como si estuviera en medio de una película de terror? Bueno, puede que lo que hayas presenciado no sea una simple pesadilla, sino algo más peculiar: un terror nocturno. Suena intenso, ¿verdad? Y lo es.
Durante estos episodios, la persona puede gritar, moverse bruscamente, incluso sudar como si hubiera corrido una maratón. Pero aquí está lo curioso: están profundamente dormidos. Sí, aunque parezca imposible, no están conscientes de lo que ocurre y, al despertar, no recuerdan nada. Ni un detalle.
Ahora, la pregunta del millón: ¿en qué se diferencian los terrores nocturnos de las pesadillas? Pues, para empezar, las pesadillas suelen ser como esa película de miedo que te deja en vilo, pero que recuerdas claramente al despertar. Pasa en la fase de sueño REM, esa donde los sueños son más vívidos.
En cambio, los terrores nocturnos ocurren en el sueño profundo, durante las primeras horas de la noche, cuando el cuerpo está en su modo más “apagado”. Es como si el cerebro se desconectara a medias y la reacción fuera puro instinto, sin lógica de por medio.
Así que no, no es lo mismo. Y aunque no sean peligrosos en sí mismos, pueden ser todo un desafío para quienes los viven y quienes están cerca. Pero bueno, sigamos desentrañando este misterio nocturno.
Síntomas de los terrores nocturnos
Hablar de qué son los terrores nocturnos es hablar de sus síntomas. Si alguna vez lo has presenciado, sabes que no es cualquier cosa. Imagina esto: de repente, en medio de la noche, alguien empieza a gritar, como si estuviera viendo algo aterrador que los demás no podemos ni imaginar.
Puede sentarse en la cama, moverse como si estuviera luchando contra algo invisible, y, en algunos casos, incluso salir caminando, desorientado, como si estuviera en piloto automático. Da miedo verlo, no lo voy a negar, sobre todo porque no puedes despertarlos fácilmente, por más que lo intentes.
Lo más desconcertante es que, aunque sus ojos pueden estar abiertos y parece que están despiertos, no lo están. Están atrapados en una especie de limbo entre el sueño y la vigilia. Y lo que es aún más frustrante: cuando finalmente termina, no recuerdan nada. Es como si el episodio nunca hubiera pasado para ellos, pero tú, que lo viviste desde fuera, sientes que acabas de salir de una escena de suspenso.
¿Y cuánto duran estos episodios? Pues no mucho, para ser honestos. Pueden ser de 1 a 10 minutos, pero, en el momento, parece una eternidad. En cuanto a la frecuencia, varía muchísimo. Hay quienes tienen uno en toda su vida y otros que lidian con ellos cada semana. Por lo general, son más comunes en niños, pero los adultos tampoco están exentos, especialmente si el estrés, la ansiedad o la falta de sueño andan rondando.
Causas y factores de riesgo
Cuando hablamos de qué son los terrores nocturnos, entender por qué ocurren es clave. No siempre hay una única razón, pero sí existen ciertos factores que los hacen más probables.
- Predisposición genética: A veces, esto viene de familia, así de simple. Si tienes un papá, una mamá o incluso un hermano que ha pasado por terrores nocturnos o cosas como el sonambulismo, hay una buena probabilidad de que esté en tus genes también. Es como una herencia que no pediste, pero ahí está.
- Estrés y ansiedad: El estrés, ese viejo conocido. Cuando la vida se pone complicada, las noches también pueden volverse un desastre. Exámenes, problemas en el trabajo, una discusión con alguien cercano… todo esto puede colarse en tu sueño y disparar un episodio. En adultos, especialmente, este es uno de los factores más comunes.
- Privación del sueño y horarios irregulares: Dormir mal, dormir poco o tener un horario que cambia constantemente (sí, estoy mirando a quienes hacen turnos nocturnos o trasnochan por placer) puede ser un gran detonante. El cuerpo necesita un patrón claro para descansar bien, y si no lo tiene, empieza a jugarte malas pasadas, como los terrores nocturnos.
- Consumo de ciertos medicamentos o sustancias: Algunos medicamentos, sobre todo los que afectan el sistema nervioso, como los sedantes o ciertos antidepresivos, pueden provocar estas cosas. Y no olvidemos el alcohol, que a veces parece ayudarte a dormir, pero en realidad puede complicar las cosas en el fondo.
Terrores nocturnos: ¿qué hacer?
Si ya sabes qué son los terrores nocturnos, seguro te preguntas cómo manejarlos, porque, seamos sinceros, nadie quiere lidiar con noches llenas de sustos. La buena noticia es que hay varias cosas que puedes hacer para controlar la situación.
Mejoras en la higiene del sueño
- Establecer rutinas regulares: No es glamoroso, pero acostarte y levantarte a la misma hora todos los días (sí, incluso el fin de semana) hace maravillas. Tu cuerpo empieza a acostumbrarse y, poco a poco, se estabiliza.
- Crear un ambiente de descanso adecuado: ¿Tu habitación es un caos? Es hora de ordenarla. Baja las luces, apaga el móvil y asegúrate de que el colchón no sea un castigo. Un espacio cómodo y tranquilo puede marcar la diferencia.
Técnicas de relajación
- Meditación: No necesitas convertirte en un gurú. Basta con sentarte unos minutos, cerrar los ojos y enfocarte en tu respiración. Incluso decir algunas frases de meditación. Es más fácil de lo que parece, y tu mente te lo agradecerá.
- Ejercicios de respiración: Aquí va uno fácil: inhala contando hasta 4, aguanta el aire hasta 7 y exhala en 8. Parece raro, pero pruébalo; es como darle un “reset” a tu cuerpo.
Intervenciones médicas
- Uso de medicamentos: Esto es el último recurso, y siempre bajo supervisión médica. Hay casos donde los medicamentos pueden ayudar, pero no es la solución para todos.
- Terapia cognitivo-conductual (TCC): Esta es más interesante porque trabaja en las raíces del problema, como el estrés o la ansiedad. Puede ser efectiva si los episodios están relacionados con estos factores.
En fin, no hay soluciones mágicas, pero con un poco de paciencia y ajustes, los terrores nocturnos pueden ser cosa del pasado. Y si tienes dudas o algo no te cuadra, ¡déjanos saber en los comentarios!